La percepción visual que se tiene del problema no alcanza los niveles de
dramatismo con que aparece en los países de bajo nivel de desarrollo, donde el
fenómeno de los “niños de la calle” marca una impronta en el paisaje urbano
que, una vez vista, jamás se podrá olvidar. Sin embargo, y aunque no resulte
tan traumática en sus manifestaciones públicas, no es hecho que deba ser
ignorado, entre otras razones porque nos resulta próximo, nos acompaña en el
día a día, aflora, a poco que nos detengamos en ello, cuando uno menos se lo
espera. Y, si no se ve, si no se siente como tal, es porque con frecuencia
permanece oculto, sumido en las interioridades de la privacidad familiar,
voluntariamente recatado ante la sensación de pudor que proporciona el hecho de
que se conozca. En estas condiciones – de percepción limitada por la discreción
con que se aborda - evoluciona y crece
el problema de la pobreza en el mundo del desarrollo, donde, como he señalado
en una entrada anterior, no cesa de agravarse en un contexto de acentuación
creciente de las desigualdades.
Dentro de este panorama cobra especial
gravedad la constatación de los umbrales de pobreza en que se encuentra la
población más vulnerable, la más dependiente. Si tradicionalmente se trataba de
un problema asociado a la etapa final
de la vida, en nuestros días – y coexistiendo con éste- adquiere mayor
importancia cuantitativa el sector de la infancia lacerada por el estigma de la
mala calidad de vida que deriva de la ausencia de recursos. Poco se ha hablado
de él, apenas referencias aisladas han aparecido de cuando en cuando, o en todo
caso la valoración de su magnitud se ha visto minimizada por el alcance, sin
duda limitado, de la experiencia de cada cual. Por eso, cuando se analiza con
rigor no ha lugar a la simplificación ni está justificado mirar para otro lado.
Se dispone ya de perspectiva suficiente desde que en 2004 se puso en marcha la
Encuesta de Condiciones de Vida (Instituto Nacional de Estadística) que refleja la situación en que se encuentra la
sociedad española en algo tan fundamental como es su situación respecto a los
valores que identifican su nivel de bienestar y la satisfacción de sus
necesidades.
En esta fuente se apoya el informe elaborado por UNICEF España, referido a las condiciones en que viven los niños españoles
en la actualidad (2012). Las conclusiones obtenidas son alarmantes y oscurecen
aún más un panorama que ya era sombrío con anterioridad. Téngase en cuenta que
a comienzos de la década actual cerca del 14% de los menores de edad residían
en hogares sumidos en una pobreza acusada, entendiendo como tales los casos de
familias con dos niños menores de 14 años y con ingresos inferiores a los
10.983 euros. Dos años después los umbrales de pobreza infantil han superado
por primera vez el 25 %, cinco puntos
más que los alcanzados en 2011, lo que se traduce en la existencia de un
amplísimo grupo de 205.000 niños más residentes en hogares donde los ingresos
se sitúan por debajo del nivel de la pobreza.
Si a estos
datos se suman los que al tiempo aporta el Informe, revelando magnitudes a
menudo ignoradas, se llega a la estremecedora conclusión de que España es en la
Unión Europea uno de los países con tasas de pobreza infantil más elevadas,
solo por encima de Rumania y Bulgaria. Doloroso récord que obliga a pensar, a
profundizar en el conocimiento del problema y a plantear medidas de actuación
que acometan el problema – aún está pendiente la elaboración de ese Plan
Nacional contra la Pobreza Infantil, recomendado en 2010 por el Comité de los Derechosdel Niño – aun a sabiendas de que su raiz se encuentra en los demoledores
efectos sociales y económicos que la crisis financiera está ocasionando en
España con impactos gravísimos sobre los sectores más débiles de la sociedad.
13 comentarios:
Tela marinera....es tremendo....
Ciertamente, tremendo. Y lo va a ser más todavía.
A mí me ha llamado la atención que la situación de la infancia en España es peor que en la de muchos países menos desarrollados. Algo hacemos mal, Fernando, muy mal.
Así, es, Pedro. Son cifras atroces, pero no provienen de cualquier sondeo, sino de Naciones Unidas
Es dramático... y, por desgracia, parece ser que imparable, porque quienes pueden evitarlo, no hacen nada al respecto. La reflexión a la que llego es que detrás de cada niño que sufre y pasa hambre, hay una familia entera en iguales condiciones, por lo que el número de pobres es terriblemente alarmante aquí mismo en España... Y mientras tanto crecen como champiñones e impunemente los ladrones de guante blanco. Hay realidades que escapan a la sensatez y el raciocinio.
Un abrazo y gracias por abrirnos los ojos.
Es terrible, consecuencia del sistema económico que rige en la mayor parte de los países; un sistema económico que no sólo ahonda las diferencias entre pobres y ricos, favoreciendo siempre a los ricos.
De acuerdo, hay que cambiar el sistema económico, sé que se están dando pasos en este sentido, pero no puedo dejar de preguntarme ¿qué podemos hacer hasta entonces? Es injusto, porque nadie elije la familia donde nacer.
Un saludo
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